Con 91 años de edad, lo sacó ayer del agua
Jesús, el atrevido nonagenario, es uno de los residentes del asilo de ancianos de Foz, de donde se escabulló ayer por la mañana, aprovechando que era la hora de misa y que alguien había dejado la puerta de la entrada abierta. Se dirigió con su silla de ruedas al arenal, aparcó el vehículo arriba, en el paseo, bajó las escaleras de acceso a la playa y sin pensárselo dos veces se lanzó a nadar tal cual estaba.
Eran alrededor de las nueve menos cuarto cuando el personal se percató de que faltaba. También lo había visto un vecino, que, según explicaron, avisó al 061 dando cuenta de la situación. Por su parte, el personal del asilo, regentado por Edad Dorada Mensajeros de
Parece que el baño tempranero no le sentó nada mal, porque ayer por la tarde ya se tomó la merienda con toda tranquilidad. Bueno, con un poco de inquietud por la travesura que había hecho, porque le espetó a la encargada «ahora está enfadada conmigo». La única explicación que dio para justificar su escapada fue que estaba aburrido y como nadie lo llevaba a la playa decidió irse él por su cuenta. Por suerte, la aventura, de apenas 45 minutos, se zanjó simplemente con una mojadura.
La verdad es que le entiendo perfectamente, porque yo habría hecho lo mismo.
Fuente:
EL RETIRO
ResponderEliminarEntre tantos y tan solos
revisan vida al pasar;
pasan solos y me miran,
mirando, solos están.
La soledad que envenena,
mata vidas que se van;
vuelven solos a su trena,
mueren juntos en diván.
Tienen tanto que han vivido,
sienten dura actualidad;
cheque con todo el sentido,
ahora cruel soledad.
Presumen de darles todo,
¡máscara! en realidad,
esperan, muerte... tan solo,
les privan de libertad
Hay que ver cuando somos mayores nos volvemos niños otra vez, el hombre estaba bien tenía la ilusión de estar contemplando la playa y darse un baño, pues esos 45 minutos le pareció a gloria bendita.
ResponderEliminarQue pena la vejez que dura es, dependiendo siempre de alguien, cuando eramos jóvenes amabamos la libertad y la independencia.
Esther, son tristes las residencias de ancianos, pero sobre todo es triste la soledad que puede sentir el anciano y es triste que al volverte viejo tengas que depender de otros y perder tu libertad de hacer lo que te plazca. Un besito,
ResponderEliminarMADRILEÑA, seguramente esos pocos minutos de libertad los disfrutó como un niño, ojalá este anciano pueda tener más ocasiones de seguir disfrutando del mar, porque la verdad es que con que pocas cosas puede ser feliz una persona a veces. Un besazo,
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