En el antiguo Egipto y Persia, los amigos intercambiaban
huevos decorados cuando comenzaba la Primavera, como símbolo del renacer de la
naturaleza. Y como en Europa el inicio de la Primavera suele coincidir con las
Pascuas, el huevo se transformó en el símbolo de la resurrección de Cristo,
concepto que se universalizó durante la Edad Media.
Dicen también que en algunos países europeos, además de los
huevos de chocolate, todos los Jueves Santos decoran cáscaras de huevos que
representa la tumba en la que Jesús estuvo sepultado, y los rompen el Domingo
para representar cómo resucita y escapa de su sepulcro.
Y en cuanto al conejo de Pascua, cuentan que un conejo quedó
encerrado en el sepulcro donde fue encerrado Jesús y presenció su resurrección.
Cuando salió de la cueva quiso comunicar a todos la buena nueva regalando
huevos pintados, creyendo que así todos entenderían el mensaje de vida y
alegría. Desde entonces, cuenta la leyenda, el conejo sale cada Domingo de
Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas (aunque nunca se supo que
ave los ponía) para recordarle al mundo que Jesús resucitó y que hay que estar
alegres.
Y también cuenta la tradición que una coneja iba saltando de
casa en casa y se le iban cayendo los huevos que traía en su canasta, historia
que aprovechaban los padres para esconder los huevitos alrededor de la casa, o
en escondites, para que los niños se entretuvieran buscándolos.
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ResponderEliminarsaluditos
Gracias por tu visita, me alegro mucho de que te haya resultado instructiva la información. Un saludo y vuelve siempre que quieras,
Eliminar¡Pobre mona castellana! ninguneada por todos en pro de la mona aragonesa.
ResponderEliminarUn beso
¿Castellana¿ ¿Aragonesa? ¡Cuánto entiendes de monas Jose Antonio jejeje!
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