¿Hay una fórmula que se pueda aplicar en el día a día y que nos lleve a alcanzar la felicidad? El psicólogo Joan Garriga, autor de los libros 'Vivir en el alma' y 'Dónde están las monedas', está convencido de que así es, que afrontando la vida de cierta manera se puede estar más cerca de esa deseada y codiciada felicidad.
Para Garriga, quien ha intervenido esta semana en el ciclo 'Encuentros de ciencia y pensamiento' organizado por la Diputación de Málaga, esa "especie de fórmula para alcanzar por la felicidad" está compuesta por la combinación de dos variables.
La primera variable es “centrarnos con todas nuestras energías en la dirección de aquello que nos mueve profundamente”. “¿A ti te mueve tener hijos? Te mueves en esa dirección ¿Ser periodista, pintar, la agricultura, ser monja? Todos caminamos a la felicidad cuando respetamos aquello que nos mueve, aquello que somos”, advierte.
La segunda variable a tener en cuenta para que esta fórmula de la felicidad tenga éxito es “sintonizarse con lo que la vida quiere aunque sea distinto de lo que yo quiero” . “Y es que la vida se impone soberanamente muy a menudo”. Pone dos ejemplos: hay veces que una mujer no quiere tener hijos, pero los tiene o, a veces, se tiene un hijo estupendo pero enferma.
“Yo trabajo en esto y lo veo todos los días. La vida se impone, así que de lo que se trata es de poder sintonizar con los propósitos de la vida aunque sean distintos a los nuestros, porque si luchamos contra la vida el sufrimiento se redobla”, explica en una entrevista con ELMUNDO.es Garriga, para quien “el asentimiento, la humildad, el guardar un lugar en el corazón a lo que la vida trae aunque no sea lo que queremos, es vital”. “Y esto no es resignación, es heroico”.
Eso si. Es necesario estar alerta, porque a la hora de ir con aquello que nos mueve profundamente hay 3 errores o pecados importantes.
El primer error, detalla este psicólogo catalán, es no darle a la vida lo que tenemos que darle. “Yo por ejemplo tengo para darle a la vida ser un buen poeta, pero no lo hago porque tengo miedo, no me arriesgo. Ahí hay que desarrollar valentía, coraje”, señala.
El segundo pecado sería pretender dar lo que uno no tiene. “Uno pretende pasar gato por liebre, identificarse con un personaje ideal y calzar con este personaje. Uno se inventa el personaje del artista, del abogado, del poeta, del carpintero, pero no es su disposición, no es lo que tiene para dar”, enumera Garriga, quien está convencido de que “lo que tenemos para dar en parte no lo elegimos, nos viene dado” y cada uno tiene talento para algo determinado. En definitiva, sería “pecar contra la vida y contra el amor cuando intentamos darle a la vida lo que no tenemos” y el antídoto a este pecado sería desarrollar la verdad y la transparencia.
Y el tercer pecado es “no tomarnos la atención y la conciencia para saber qué es lo que tenemos y lo que no tenemos”. Para contrarrestarlo la solución sería desarrollar un contacto más profundo con uno mismo y con los propios movimientos y no adaptarse a lo que la vida traiga.
Para Garriga la felicidad también tiene mucho que ver con la gestión del amor en los vínculos. “Una vida puede ser mirada como una danza continua de movimientos del corazón, de expansión del corazón y de retracción del corazón”, asegura. De hecho, “el corazón biológico está preparado para amar todo tal y como es, pero se pervierte por la mente, por nuestras ideas personales, nuestras ideas de nosotros mismos”.
“Por ejemplo, el corazón se pregunta, ¿por qué no puedo dar un buen lugar, amar al violador? Forma parte del juego de la vida y darle un buen lugar no significa disculpar lo que ha hecho, significa reconocer que nosotros potencialmente somos violadores”, expone.
Garriga distingue entre dos tipos de amor: el buen amor, que es precisamente el que conduce a la felicidad y a la vida, y el mal amor, que se caracteriza por lo contrario. “El buen amor abre su corazón a la realidad tal y como es y no a la realidad tal y como imaginamos que debería de ser y se inclina y abraza a la vida, a las personas y a las cosas tal y como son”.
En el lado contrario estaría el mal amor, “un amor ciego que guarda lealtad a aquellos que amamos y que hace que nos impliquemos con ellos pretendiendo llevar cargas y sacrificios”. A veces, explica Garriga, lo que sucede con el mal amor es que, por ejemplo, la madre que pierde a su hijo “está más en la muerte que en la vida porque se quedó anclada con el hijo perdido en lugar de dedicar su vida a los hijos que viven”. “Hay un tipo de amor solidario que genera dinámicas terribles de te sigo a la culpa, te sigo a la tristeza, te sigo a la muerte. Es decir, me siento más cerca de ti si te acompaño en tu sufrimiento”, señala.
Si hay un lugar en el que se busca el amor ése es precisamente en la pareja. ¿Cómo lograr que ahí se dé el buen amor? Para Garriga “el mal amor viene de que uno de los miembros de la pareja o los dos se mantienen leales y conectados con los asuntos de su familia de origen en lugar de aterrizar en la pareja como diciendo lo que hemos creado juntos que sea más fuerte”. El mal amor también está relacionado con intentar cambiar al otro. “La gente sufre porque quiere que el otro sea distinto a como es. Y si durante mucho deseamos eso, nos conviene irnos, porque la gente tiene la desagradable costumbre de seguir siendo como es”.
También es importante la igualdad entre los dos miembros. A lograrlo ayuda, garantiza, “que el hombre sea hombre y especialmente hijo de su padre y que esté bien surtido de energía masculina y que la mujer sea hija de su madre y esté surtido de energía femenina para que se encuentran desde la polaridad”. Muchas veces esto no ocurre y, por ejemplo, “hijos que no se apartaron de la madre y siguen siendo niños de mamá y van a la mujer como chicos, caprichosos, poco consistentes y están debilitados”.
La fórmula para ser feliz está clara, pero ¿en la práctica y con la situación que hay ahora mismo en España con más de cinco millones de parados y una crisis galopante, cómo aplicar esa receta de la felicidad en plena adversidad? Garriga cree que “serían más felices los tirando a pobres si no fuera porque se comparan con los ricos”. “Vivimos en un mundo en el que mucha gente hace depender la felicidad de con quien se compara y si nos comparamos con como estábamos hace cinco años, cuando había mucha abundancia, pues ahora somos infelices”.
Interesantes reflexiones, de las que no estaría mal que tomáramos nota o que, al menos, intentáramos aplicarlas en nuestra vida diaria............
Fuente:
Pienso que la felicidad no existe, existen los momentos felices
ResponderEliminar(Supongo que porque soy un descreido) ;-)
Hola Nieves.
ResponderEliminar“serían más felices los tirando a pobres si no fuera porque se comparan con los ricos”.
Y que me dice de los ricos, por esa regla de tres serían más felices porque tienen todo eso que le falta a los pobres? Creo que la felicidad es muy subjetiva y no se puede administrar al antojo. Yo soy "feliz" con las cosas más sencillas de la vida y no envidio a los que más tienen, en cambio sí me entristece ver que hay gente que tiene en exceso y mira para otro lado con los que lo pasan mal.
Un beso.
Kikas, la verdad es que estoy contigo, la felicidad no es un estado permanente, sino momentos, lo cuál no sé si será bueno o malo, ya que si la felicidad no la tenemos siempre, quizás cuando llegan esos momentos los valoramos más (quizás.......). Un beso y espero tu próxima entrada sobre Colombia,
ResponderEliminarAPU, siempre se ha dicho que la felicidad consiste en conformarse con lo que se tiene y no desear aquello que no se tiene, pero claro, la teoria es una cosa y la práctica otra. Aunque, en términos generales, supongo que tiene su lógica que el que sea más inconformista, siempre tendrá un punto de insatisfacción, posea lo que posea, siempre le faltará algo. Un besote,
ResponderEliminarYo creo que la felicidad nace de nuestro interior, de sentirnos bien con nosotros mismos y aceptarnos tal cual somos.
ResponderEliminarY a partir de ahí disfrutaremos más y mejor lo que la vida nos da.
Un abrazo desde Chile.
Totalmente de acuerdo contigo Rosario, la felicidad deberia de surgir de adentro para afuera y no de afuera para adentro. Un abrazo muy fuerte para ti y tu gran pais,
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